Actualidad
“Ya no se trata de una opción entre la violencia y la no-violencia en este mundo; es no-violencia o no-existencia. Y en eso estamos hoy”. Martin. Luther King
Hay una constante en la historia de las mujeres: la opresión. Hay otra constante en la historia de las mujeres, y es aquella de la incansable lucha por sus derechos.
Actualmente continuamos enfrentándonos a una realidad compleja en donde la mayoría de las mujeres se encuentran en situaciones de profunda vulnerabilidad. Desde los femicidios, que no descienden (en Argentina 327 en el 2019), hasta las formas más sutiles de violencia, hay una larga lista de razones por las cuales se convoca nuevamente a un Paro Internacional el próximo 9 de marzo. Si bien cada región tiene demandas particulares, hay algunas que son comunes en todos los países: trabajo digno y salarios justos; acabar con la violencia de género; acceso justo a recursos, poder y oportunidades; soberanía alimentaria para todxs y justicia climática. En el mundo, el 70% de las mujeres ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de una pareja íntima en su vida. Más de las tres cuartas partes de la cantidad total de trabajos de cuidados no remunerados son realizadas por mujeres y niñas. La brecha salarial mundial podría tardar más de 200 años en cerrarse.
No existe un sólo ámbito de la vida que para las mujeres no represente un posible escenario de violencia: la calle, el trabajo, las instituciones y el hogar. No se trata de hechos aislados. La desigualdad, que trae aparejada la violencia y la discriminación, constituye la estructura de una sociedad que funciona bajo una lógica en la que unxs se ven privilegiadxs ante la sumisión de otrxs: el trabajo de cuidado gratuito o mal pagado, el trabajo doméstico remunerado que suele realizarse en condiciones precarias con muy bajos salarios y la flexibilización laboral, afectan principalmente a las mujeres. ¿Quién cuida de lxs abuelxs, de lxs niñxs, de lxs enfermxs en las familas? ¿Cuánta independencia y autonomía tienen aquellas que tienen trabajos informales, son precarizadas, y además en muchos casos son jefas de familia? No podemos pensar en la igualdad en determinadas áreas y dejar de lado otras. La desigualdad, en cualquiera de sus formas implica que una persona tenga poder sobre otra ¿Cómo se pueden defender los niños y niñas víctimas de violencia y/o abuso sexual? ¿Y las mujeres y niñas víctimas de trata?
Las instituciones son cómplices de este sistema que reproduce la violencia y revictimiza a quienes están en las peores situaciones.
América Latina es la región más desigual del planeta. Muchas mujeres se ven obligadas a abandonar sus países para sobrevivir. En Colombia las lideresas sociales están siendo torturadas y asesinadas. En Chile las mujeres detenidas por la represión denunciaron golpes, abusos y violencia sexual.
Pasaron 25 años desde la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer celebrada en 1995, conocida como la Plataforma de Acción de Beijing, en donde los gobiernos del mundo asumieron formalmente el compromiso con los derechos de las mujeres. Está claro que la violencia hacia la mujer persiste y que una transformación de la sociedad se vuelve urgente. “La vida que queremos no es una sobrevivencia biológica, es un deseo de dignidad” expresa la convocatoria de Ni Una Menos a la asamblea organizativa del Paro. Los movimientos sociales, las comunidades y organizaciones se unen y convocan al Paro Internacional de Mujeres buscando visibilizar esta realidad e instando a los gobiernos a tomar medidas.
En Argentina se creó recientemente el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad con el objetivo de generar políticas públicas, respondiendo al grito colectivo del movimiento feminista y disidente que hace años exige la eliminación de la violencia machista y la igualdad de oportunidades. Una puerta se abre. Todxs tenemos la oportunidad de atravesarla y acompañar este proceso del cambio cultural que necesitamos para que se garantice el derecho de vivir una vida libre de violencia.
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“Ya no se trata de una opción entre la violencia y la no-violencia en este mundo; es no-violencia o no-existencia. Y en eso estamos hoy”. Martin. Luther King
Hay una constante en la historia de las mujeres: la opresión. Hay otra constante en la historia de las mujeres, y es aquella de la incansable lucha por sus derechos.
Actualmente continuamos enfrentándonos a una realidad compleja en donde la mayoría de las mujeres se encuentran en situaciones de profunda vulnerabilidad. Desde los femicidios, que no descienden (en Argentina 327 en el 2019), hasta las formas más sutiles de violencia, hay una larga lista de razones por las cuales se convoca nuevamente a un Paro Internacional el próximo 9 de marzo. Si bien cada región tiene demandas particulares, hay algunas que son comunes en todos los países: trabajo digno y salarios justos; acabar con la violencia de género; acceso justo a recursos, poder y oportunidades; soberanía alimentaria para todxs y justicia climática. En el mundo, el 70% de las mujeres ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de una pareja íntima en su vida. Más de las tres cuartas partes de la cantidad total de trabajos de cuidados no remunerados son realizadas por mujeres y niñas. La brecha salarial mundial podría tardar más de 200 años en cerrarse.
No existe un sólo ámbito de la vida que para las mujeres no represente un posible escenario de violencia: la calle, el trabajo, las instituciones y el hogar. No se trata de hechos aislados. La desigualdad, que trae aparejada la violencia y la discriminación, constituye la estructura de una sociedad que funciona bajo una lógica en la que unxs se ven privilegiadxs ante la sumisión de otrxs: el trabajo de cuidado gratuito o mal pagado, el trabajo doméstico remunerado que suele realizarse en condiciones precarias con muy bajos salarios y la flexibilización laboral, afectan principalmente a las mujeres. ¿Quién cuida de lxs abuelxs, de lxs niñxs, de lxs enfermxs en las familas? ¿Cuánta independencia y autonomía tienen aquellas que tienen trabajos informales, son precarizadas, y además en muchos casos son jefas de familia? No podemos pensar en la igualdad en determinadas áreas y dejar de lado otras. La desigualdad, en cualquiera de sus formas implica que una persona tenga poder sobre otra ¿Cómo se pueden defender los niños y niñas víctimas de violencia y/o abuso sexual? ¿Y las mujeres y niñas víctimas de trata?
Las instituciones son cómplices de este sistema que reproduce la violencia y revictimiza a quienes están en las peores situaciones.
América Latina es la región más desigual del planeta. Muchas mujeres se ven obligadas a abandonar sus países para sobrevivir. En Colombia las lideresas sociales están siendo torturadas y asesinadas. En Chile las mujeres detenidas por la represión denunciaron golpes, abusos y violencia sexual.
Pasaron 25 años desde la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer celebrada en 1995, conocida como la Plataforma de Acción de Beijing, en donde los gobiernos del mundo asumieron formalmente el compromiso con los derechos de las mujeres. Está claro que la violencia hacia la mujer persiste y que una transformación de la sociedad se vuelve urgente. “La vida que queremos no es una sobrevivencia biológica, es un deseo de dignidad” expresa la convocatoria de Ni Una Menos a la asamblea organizativa del Paro. Los movimientos sociales, las comunidades y organizaciones se unen y convocan al Paro Internacional de Mujeres buscando visibilizar esta realidad e instando a los gobiernos a tomar medidas.
En Argentina se creó recientemente el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad con el objetivo de generar políticas públicas, respondiendo al grito colectivo del movimiento feminista y disidente que hace años exige la eliminación de la violencia machista y la igualdad de oportunidades. Una puerta se abre. Todxs tenemos la oportunidad de atravesarla y acompañar este proceso del cambio cultural que necesitamos para que se garantice el derecho de vivir una vida libre de violencia.