Acaba de finalizar una nueva edición de los Juegos Olímpicos: “Río 2016” cuya presentación fue del 5 al 21 de agosto. En ellos se advirtió que la igualdad de género sigue siendo un reto, un objetivo a conquistar. Si bien se han generado avances importantes en las últimas décadas en materia de igualdad, esto no garantizó para las mujeres que sus éxitos sean visibilizados y valorados debidamente; que no sean estereotipadas, percibidas como objetos en relación a su imagen, desvalorizadas por los medios, por los organizadores y por la publicidad. Hay deportes en los que logran mayor cantidad de medallas que sus colegas masculinos y sin embargo, son retribuidas con menores montos salariales o de financiación, entre otras tramas complejas.

El barón Pierre de Coubertin, fue el hombre que regaló al mundo los Juegos Olímpicos modernos, no obstante, y con otro contexto socio cultural, sigue vigente su premisa de desfavorecer la participación y el desempeño de las mujeres en la máxima cita olímpica. Influido por la antigua Grecia, el barón era partidario de mantener a las mujeres lejos de la competición, algo que sólo pudo mantener en los primeros años. Pero todavía existen quienes, con otras modalidades e influencias, sostienen desde distintos ámbitos ese frágil argumento.

En estos Juegos Olímpicos las mujeres constituyeron un 45% de lxs deportistas pero, a pesar de ello, el reconocimiento que reciben es distinto que el de los hombres junto a los que compiten. El sexismo ha estado instalado en el trato que ha recibido el sector femenino durante los Juegos de Río.

Por ello, se creó en el país el primer Observatorio de Género de los Juegos Olímpicos, cuyo propósito es concientizar sobre la problemática de cómo se trata a la mujer en los medios, y a su vez visibilizar a través del deporte los impedimentos que enfrentan las mujeres tanto en el ámbito laboral como cultural. Jerga sexista, cosificación y desvalorización de logros son algunas de las expresiones habituales en las coberturas periodísticas.

Se advierten considerables diferencias en el abordaje profesional de la información sobre las noticias protagonizadas por mujeres y varones, a la hora de ser comunicadas. Las mujeres siguen recibiendo calificativos denigrantes y machistas, además de que se les dedica menos tiempo. Según se registró: se habla tres veces más de los hombres que de las mujeres en las secciones de deportes.

Al mencionar a las mujeres, es muy usual incluir su estado civil, su edad o su apariencia. En todas las competiciones se incluye el término “femenino” para especificar que lo disputan mujeres, cosa que no pasa en las categorías masculinas. Así, el “fútbol” sería la categoría de hombres y el “fútbol femenino” la de las mujeres. Cuando una mujer consigue una victoria, se dedica más tiempo a hablar de su apariencia que de sus logros. De lo que más se habla de una mujer deportista es de su apariencia, de su edad, de su ropa y de su vida personal. Las palabras que más se han usado para referirse a las mujeres (y no a los hombres) son “edad”, “embarazo”, “mayor”, “soltera” o “casada”. Las palabras más usadas para referirse a los hombres son: “rápido”, “fantástico” “fuerte”, “real” y “grande”. Al hablar de las pruebas llevadas a cabo en los Juegos, los medios se refieren a los hombres con palabras como “genio”, “dominar”, “batalla” o “ganar”, mientras que las mujeres “compiten”, “luchan” o “participan”.

El Observatorio de Género de Juegos Olímpicos difundió además, una investigación que realizó sobre 300 noticias previas a la competencia que abordaban el evento deportivo. En el reporte, señalan que un 22% de las notas fueron exclusivamente referidas a mujeres, mientras que un 61% fueron destinadas exclusivamente a hombres. De las notas dedicadas a mujeres, sólo poco más del 50% hablaban sobre temas deportivos y el 11% hizo foco en el atractivo físico de las atletas. 

Todo eso para que luego sean consideradas como objetos, adornos decorativos, o como esposas o madres, cuando en realidad tendrían que ser reconocidas y valoradas como las grandiosas atletas que son.

El machismo no es novedad ni en el deporte ni en los medios de comunicación; no obstante, la cobertura de los Juegos Olímpicos cada vez más divulgada a través de las redes sociales, nos dejó ver en pocos días la cosificación, la objetivación sexual, la subestimación de la mujer, la violencia mediática y un estilo sexista de manera sostenida.

La invisibilización de las féminas en los medios de comunicación tiene su recorrido también dentro del deporte, ya que el apoyo no es el mismo, tampoco lo son los presupuestos, la infraestructura, las oportunidades de desarrollo, ni los premios. Este ser imperceptibles tiene como meta no legitimar a las atletas y eso trae repercusiones económicas. Las mujeres, al ser más ignoradas, logran menos financiación y spónsors. Como consecuencia no las toman en serio, cosa que no pasa solo en el mundo deportivo. Aunque no por ello deja de perjudicarnos. No se trata de rectificar una publicación, eliminar tuits polémicos o pedir disculpas por comentarios desafortunados como ha ocurrido, sino de tratar el deporte femenino con respeto y seriedad, tal y como sucede con el masculino. Reconocimiento pendiente por parte de los medios en general y como desenlace, del público en particular.

Cabe destacar que si bien hay mayor cobertura en relación a otras épocas, no significa que sea una mejor cobertura. Hay volumen de información, de noticias, pero el tratamiento sigue siendo deficiente en general. Ya que no resulta ecuánime, ni inclusivo.

El hombre llegó primero a la práctica del deporte, razón por la que todavía asume que este terreno le pertenece. Relegando y condicionando a la mujer su participación en él. ¡Jugas como nena! ¡Esto no es de chicas! Todas estas frases no han hecho más que obstaculizar el avance de la mujer en el ejercicio del deporte como derecho. Lo femenino ha sido asociado a lo frágil, lo inútil, lo débil e inferior. Y lo verdadero es que las mujeres distamos mucho de querer ser ubicadas en esa condición. Pero el machismo arremete con frases como “son buenísimas, porque juegan como hombres”. ¿Si la mujer lo hace bien es porque juega como hombre? No, si lo hace bien es por que desarrolla la técnica, táctica y habilidad que distinguen al juego. 

La parte oscura de la fiesta deportiva también ha sido exhibida; si hablamos de los Juegos y de mujeres, hablemos de cuán maltratadas somos cuanto menos por el lenguaje.

Esto es solo una muestra de lo mucho que queda por conseguir para llegar a la igualdad de género en ámbitos como el deporte (y que se replica en otras áreas). Por mucho que se avance y evolucionen los Juegos Olímpicos, queda demostrado que el récord de la igualdad sigue sin alcanzarse. Seguirán las mujeres en general y las deportistas en particular teniendo que esforzarse el doble para ser reconocidas la mitad de talentosas.

Lo decía el Barón Pierre de Coubertin, fundador del olimpismo: “Las mujeres sólo tienen una labor en el deporte: coronar a los campeones con guirnaldas”. Aún hoy, el fin es “dejar fuera de juego a la mujer”. Subestimando olímpicamente su participación y mérito deportivo.

Como atletas y mujeres conscientes de sus grandes posibilidades, hemos de seguir avanzando hacia la conquista de nuestros derechos, porque si triunfa una, sabemos que ganamos todas. Cada quien desde su lugar, ejerciendo protagonismo e igualdad. Jugando. Compitiendo. Siendo libres.